Huele,
tímidamente,
como en un recuerdo,
a óleos y a incienso,
y los murmullos
se elevan, en ráfagas,
cubriendo las notas perdidas
de los que afinan los instrumentos.
Y hace frío. Apenas se recuerda
el sol primaveral de la puerta,
en este bosque de piedras claras
por entre el que susurra el viento
como si rezara en voz baja.
Y mi mano, helada,
echa de menos
el calor de la tuya.