martes, 30 de junio de 2009

El bucle



Bucle (wikipedia): Un bucle o ciclo, en programación, es una sentencia que se realiza repetidas veces a un trozo aislado de código, hasta que la condición asignada a dicho bucle deje de cumplirse.


Pues eso más o menos ha sido mi vida en los días en los que mi sobrina ha estado en casa: con dos años y tres meses, es capaz de ver una y otra vez la misma película, una de Barbie sobre una princesa que ha sido convertida en caballo volador... Se sienta frente al televisor, y durante los 90 minutos que dura el DVD no se mueve ni apenas respira, excepto para preguntar, todas las veces, que dónde está el caballo cuando la princesa recobra su forma original. Y en cuanto aparecen los títulos de crédito, se pone en pie y dice "mais, mais", que es su manera de ordenar a su titia que le vuelva a poner la película...


Me imagino que, con su corta edad, no entiende nada de la trama, que tampoco ganará un Óscar por su originalidad. Suena la Pastoral de Beethoven mientras Barbie se desliza por el hielo con unos patines, y puede oírse el vuelo de una mosca en la habitación. La música clásica parece ser la que amansa a esta fierecilla, que, dicho sea de paso, es una buena niña, obediente y encantadora, mientras no se le marque en el entrecejo esa vena que anuncia tormenta. Pero, en general, Viví es un sol.

Dentro de unas semanas, a finales de Julio, volverán, y yo volveré a ese bucle en el que dejo de lado mi propia vida para pasar a ser hermana, cuñada y tía, y no por ese orden precisamente, compañera de juegos y visionado de películas...
Y yo, encantada, qué queréis que os diga...

martes, 23 de junio de 2009

Pleno sol



Hace una semana de mi cumpleaños, al Terminator se le han gastado las pilas, y yo he sufrido algunos cambios considerables, si se tiene en cuenta que mi vida ha sido, durante mucho tiempo, un laissez passer tanto en lo físico como en lo emocional.


Pero vamos por partes, que diría Jack el Destripador: el día de mi cumple me dió una ventolera y me fuí a la peluquería. Cambio de look completo. Para los que no conocéis mi aspecto físico, os diré que suelo llevar una melena cuadrada casi hasta los hombros, así que le pedí a mi estilista que cortara, que cortara en capas, como si fuera un castigo autoimpuesto. Pero todo fue en vano, he quedado mejor de lo que estaba: al terminar su labor, mi cooperador necesario en lo que yo creía un crimen contra el estilo, dándome un toque de laca, comentó: "Anda que no te has quitado años de encima", y yo contemplé incrédulamente en el espejo a una Alawen que hacía tiempo que no veía, que parecía haber dado un paso atrás en el tiempo, en vez de cumplir otro año...


Así que salí a la calle con una sensación de irrealidad que me hacía mirarme en los escaparates para reconocer mi imagen. Entré en la farmacia, se me habían acabado las vitaminas, y contemplé perversamente la báscula. Esto no me puede fallar, pensé mientras buscaba 20 céntimos en el bolsillo y me subía al instrumento de tortura por excelencia. No me lo podía creer, había adelgazado un kilo desde la semana anterior.


Al volver a casa, por la tarde, me metí en la piscina por primera vez en la temporada. Al ponerme el bañador me había dado cuenta de lo morena que estoy, (bueno, no hay que exagerar, pero si comparo mis brazos con otras partes en las que el sol no ha tocado, tengo un saludable color tostado, claro que todo se lo debo a mis jornadas de jardinería intensiva, pero lo importante es lo importante...), y de que sigue sirviéndome el mismo bañador que el año pasado, que me encanta... Así que me senté en la escalera, con las piernas en el agua, mi lugar favorito para pensar, a pleno sol. El teléfono había sonado unas cuantas veces, amigos y amigas que se habían acordado de felicitarme; por correo electrónico me habían llegado los buenos deseos de otros muchos, y en varios blogs, incluídos los míos, me habían dejado mensajes cariñosos. (Me gustan mucho mis amigos en tiempo real, entre los que se incluyen varios bloggers, pero los que no conozco me provocan una ternura especial.)


El sol calentaba mi espalda, acababa de colgar el móvil tras concretar una visita a casa de una amiga, en un par de semanas, que era la cosa que más me apetecía hacer en ese momento, el agua fría me salpicaba, estaba libre, tenía amigos que me recordaban y era feliz, feliz, feliz...

Y creo que así sigo desde entonces.

lunes, 15 de junio de 2009

Sólo tú...




No es, propiamente, Verano, pero ya he tenido que pasar por la rutina de casi cada temporada, aunque ahora las restricciones me obligan a mantener el agua de la piscina durante el invierno. Pero este año hemos tenido que hacer unas pequeñas reparaciones en el gresite, y, una vez reparada y vacía, ha habido que limpiarla. Así que allí estaba hace unos días, bajo un sol todavía soportable, entre paredes azul turquesa, manguera en mano, pantalones cortos y chanclas, con un CD a todo trapo, acompañando a Madonna en los coros...


Me gustan los trabajos manuales como éste, que son puramente mecánicos, no necesitas poner toda la atención en lo que haces, simplemente una parte, y la otra queda libre para pensar...


El recuerdo me asaltó de repente y sin previo aviso, y sin que ahora tenga una idea clara de la encadenación de ideas que me llevó a verme otra vez en la boda de nuestros amigos, hace cuatro años, en un día otoñal lleno de sol y de amor.


La sensación fue tan vívida que creí que caería sobre mis rodillas, mientras el dolor me volvía a agujerear el corazón. Porque te vi, y me vi, juntos, tú con tu traje oscuro, tan bello que me quedé sin respiración al encontrarte, literalmente; y yo con mi vestido negro, ese que tanto te gustaba, ese que me hacía más delgada y que ahora cuelga tristemente en mi ropero, esperando una fiesta que todavía está por planear...


Y allí estaba yo, en tus brazos, como en un sueño, mi cuerpo contra el tuyo, con tu brazo rodeando mi cintura, guiándome, porque tengo dos pies izquierdos y el baile nunca ha sido mi fuerte, y menos aún el de salón. Tu barbilla rozando mi frente, mi perfecto caballero de perfecta armadura, tan frío, y tan ardiente, tan amargo y tan dulce, y ese olor a brezo, a cedro, que me envolvía cada vez que me hacías girar a tu alrededor...


Me doy cuenta de que estoy empapada, Miss Camiseta Mojada en un concurso de una sola participante, y me alegro, porque así las lágrimas ni siquiera parecen reales...