jueves, 9 de julio de 2009

Lunática


Esta noche, la luna está grande, llena, amarilla. Vuelvo de caminar por las desiertas calles, con el calor aún saliendo del asfalto, escuchando a un lado y otro el refrescante ruido de los aspersores, los chapuzones nocturnos en las piscinas, el ulular de un búho... Grillos que se llaman unos a otros a través de los jardines. Todos los sonidos de la noche, amortiguados por esa sordera inconsciente que nos aisla del exterior cuando vamos pensando en otras cosas, en otras noches...
Camino, sonámbula, y sería capaz de caminar la noche entera envuelta en mis pensamientos, en mis recuerdos... Intento fijar una idea, pero se me escapa, como una estrella peregrina en este cielo veraniego, y luego otra, y otra... Pasan rostros, voces, nombres, algunos olvidados y otros que desearía olvidar. Pero es la bendición y la maldición de la memoria: que nos guarda sorpresas al otro lado de una puerta cerrada, que no esperabas que volviera a abrirse nunca, y que, de repente, gira sobre sus goznes para dejarte ver el interior de algo que puede ser tanto un recuerdo amable como un doloroso momento.
Tengo bastante capacidad de sufrimiento. No es presunción: simplemente, constato un hecho. Y puedo asegurarlo con bastante precisión, si contamos las ocasiones en las que el dolor me ha atrapado, me ha dejado sin aliento y sin lágrimas, para luego dejarme ir, hasta la próxima. Por eso puedo decir que los recuerdos peores no son los dolorosos, sino los absurdos, esos de los que ya nadie, excepto una misma, tiene memoria. Lo que me hizo avergonzarme de mí misma me persigue, me cuelga del cuello como un sambenito intangible que nadie, excepto yo, puede ver...
Ahora me doy cuenta que estoy dejándome llevar por senderos por los que no quiero transitar. Vuelvo lentamente a casa, y al volverme, me encuentro con la mirada fosforescente de mi gato, que me ha seguido en mi periplo, como un silencioso compañero de fatigas. Lo estrecho contra mí, y le susurro que lo quiero mucho, mientras le beso las orejas. Y él, entonces, me mira como con reproche, como diciendo: "¡lunática!"...

jueves, 2 de julio de 2009

Vegetando...

... Bueno, en realidad lo que estoy haciendo es limitando al mínimo mi ingesta de carne y pescado, para centrarme en el consumo de vegetales, huevos y queso. Lo que se dice, estoy siguiendo una dieta ovo-lacteo-vegetariana. Y todo por esos kilitos de más (5 hermosos kilos, 5) que tengo que eliminar. Por supuesto, no tengo ninguna razón clínica, es simplemente que, cuando una llega a cierta edad, es más difícil quitarse peso que ganarlo, y si, encima, te pasas la mitad de día sentada, todavía es peor. Así que, aprovechando el veranito, y que no apetece otra cosa que tomar ensalada, (bueno, unos gelati de Della Palma también apetecen, pero eso es otra historia, llena de calorías), he dejado de comer carne. Y ha sido entonces cuando una amiga ha aprovechado para enviarme la foto.

Y una, que es carnivora del todo, sin trampa ni cartón, ha lamentado muuucchhhhoooo que el tal Hugh Jackman no pueda ser catalogado en la categoría de queso (quesazo, diría yo), sino más bien en la de bistec. Y es que el actor me lleva gustando desde antes de vestirse de Lobezno, pero fue por el papel de Wolverine por lo que me hice fan suya. Porque, además de carnívora, una siempre fue defensora del lobo y le gustaba mucho El hombre y la Tierra, e incluso llegó a conocer en persona a los lobos de Félix Rodríguez de la Fuente, en el zoo de Madrid. Animalitos.

Vale, ya estoy mayor para poner fotos en las carpetas. También me temo que estoy mayor para estas entradas chorras, en las que no digo más que tonterías, pero si alguien quiere cosas serias que se vaya a mi otro blog. Éste lo abrí precisamente con la finalidad de dar rienda suelta al gato que habita en mi alma, un gato juguetón, curioso, con un puntito de ironía y una vena de inmadurez. No lo voy a negar. Siempre he sido, (o me he sentido, puede que sea cosa sicológica), más joven de lo que marca el calendario, y los que me conocen (en persona, quiero decir) os pueden contar que tampoco represento mi edad. Es posible que se deba a que comencé a vivir más tarde que mis coetáneos, o bien porque desciendo, por linea materna, de una familia de longevos. Este año me estoy sintiendo bien conmigo misma, cosa que no lograba desde hace mucho tiempo; creo que he encontrado una estabilidad y una paz, una tregua en mi continua lucha, un olvidarme de mis demonios, que me hace estar feliz. Tengo la sensación de haber comenzado a vivir otra etapa, ya no me preocupan las mismas cosas, ya no me preocupa ser como soy. Me he aceptado. Y ha costado, eh, no penséis otra cosa...

Me temo que, a pesar de este renacer, comienzo a tener fallos de sistema... Se me olvida algo, estoy segura... ¡Claro, si aún no he subido la famosa foto!

Atención, niñas con riesgo cardíaco, abstenerse de mirar...