sábado, 26 de diciembre de 2009

Navidad



Ahora, a toro pasado, reconozco que la Navidad tampoco está tan mal, pero sigue sin gustarme. Me imagino que, si estuviera aquí mi sobrina, sería distinto: regañaríamos por dónde colocar las ovejas en el belén, me pasaría el rato devolviendo las bolas de colorines a las ramas más bajas del abeto, y en la tele no faltaría nunca Barbie en un cuento de Navidad ni Epi y Blas...

La Navidad, aparte de las devociones, es una fiesta para niños. Los que, como yo, no parece que vayamos a dejar huella genética en este ancho mundo, me comprenderán cuando me lean: Navidad sin niños es como una maceta sin flores, que decía la copla. Una vez que has crecido lo suficiente para perder ese toque mágico que te hace oír los pasos de los Reyes Magos en el pasillo de casa, la madrugada del 6 de enero, estas fiestas no vuelven a ser lo mismo. Puedes estar silbando villancicos mientras arreglas, muy artísticamente, un centro de mesa con velas y acebo, pero el verdadero espíritu de la Navidad reside en el espumillón, el belén de plástico con un río de papel de plata, y una bandeja sobre la mesa con turrón de chocolate y nada light a la vista.

Así y todo, me esfuerzo en mantener un espíritu festivo en esta Navidad solitaria, y enciendo velas y luces brillantes, y me visto con mis mejores galas para recibir al Niño que nace, como cada año, en un establo y en el corazón de los que creen en Él...



3 comentarios:

Tannhäuser dijo...

Querida Alawen:

Hasta ahora, no había discrepado pero acerca de la Navidad, creo que te equivocas, pese a no estar equivocada.

Es verdad que cuando se es niño o se tienen niños, (propios o prestados), las navidades tienen un encanto especial, quizá porque la sencillez e inocencia de la infancia sean especialmente a propósito para vivirlas y disfrutarlas, pero como sabes, el espumillón y los diversos ornamentos son sólo el embalaje del regalo, no el regalo mismo.

El espíritu de la Navidad está en el paralelismo entre las dos noches santas de Pascua, la de Navidad y la de Resurrección, entre la misa del gallo y el oficio de tinieblas, con su tremendo significado teológico y su hermosa liturgia que nos recuerdan la maravilla del misterio que celebramos, casi calificable de “locura o estupidez” divina.

Llega un momento en que perdemos parte de la magia de la Navidad, sí, pero es entonces también cuando comprendemos el sentido profundo de estas celebraciones; se retira el envoltorio y en su lugar aparece el regalo.

Con los años, sentimos la falta de muchos a quienes queremos y con quienes fuimos felices otras navidades, pero que ya no están, pero por eso mismo el recuerdo de cuando estaban les acerca más que nunca a nosotros y aún más al saber que ellos están celebrando también la Navidad, pues sabemos por varios santos que es una de las fiestas que también celebra la Iglesia triunfante, en el cielo.

Haces muy bien en esforzarte por mantener un espíritu festivo; permite que te gusten las navidades y disfrútalas como mujer pues ya no puedes disfrutarlas como niña, pero alégrate pensando que un día podrás nuevamente volverlo a hacer, cuando “te hagas como niña”...y ésa nueva y perfecta Navidad es para siempre.

airun dijo...

Está claro que la Navidad es por y para los niños, y la ilusión que mantienen durante todas las fiestas no es comparable a la nuestra pero, créeme, hay un resquicio de ella que no se nos puede pasar por alto y es que los sobrinos te cuenten por teléfono qué han comido por Navidad, qué les han traído los Reyes… con lengua de trapo, y si no hay prole propia…
…La función biológica es importante, pero tampoco hay que caer en la frustración si ésta no existe. Hay que pensar que nos podemos proyectar en los demás, aunque no sean nuestros hijos. Esta sociedad que permite las oportunidades para los “débiles”, y para los discapacitados (sobre todo los ciegos), permite también que los que no tengamos hijos podamos vivir sin “grandes condenas”.
Aunque veas como tu mundo de relaciones se divida entre las “madres solteras y sin hijos”, y los que tiene hijos y se alían entre ellos aislándote de sus reuniones llenas de cuestiones y experiencias sobre pañales, biberones, papillas crecimiento y consultas al psicólogo.

De todas formas no dejes que la soledad se apodere de ti en estos días porque para eso estoy aquí, para leerte y comprenderte con todo mi corazón y aunque hayamos puesto solas el Belén este año, con su río y piedrecitas a los lados, siempre habrá que ponerle buena cara al mundo desde que despiertas por la mañana, todos los días del año.

Bettina dijo...

Ese espíritu,querida amiga, no quiero perderlo y lo "alimento" con los míos, grano a grano,y se puede! hay que mantener la ilusión ,procurándole todos los alicientes de la celebración típica de la Navidad.
Atala fuerte,Alawen.....! no dejes que el espíritu te abandone.....por "inanición",por indiferencia....
Todo sentimiento requiere cuidados,atención,incluso una amistad....que se apaga si no hay un constante intercambio, un toma y daca....
CC est la vie, et ...y también la Navidad.....!
La próxima Navidad (si Dios quiere)te enviaré,con el debido tiempo,"preparativos" motivadores.....jejeje.!