Como en los cuentos,
era todo mentira:
abalorios y oropel
en lugar de joyas;
no hubo flores, ni canciones,
ni baile real.
La princesa,
botas bien calzadas
en lugar de zapatos
de cristal;
de cristal;
un corazón indómito
y una fiera a los pies.
¿Y el príncipe?
Como en los cuentos,
en realidad, el príncipe
era una calabaza.
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