Se termina
el día,
y yo estoy aquí,
sola,
con cara de domingo lluvioso.
De repente,
te pienso,
y el anhelo
de extender los dedos
y rozar tu mejilla
crece,
como la columna de humo
de un cigarrillo olvidado,
desde mi corazón a mis ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario