jueves, 6 de marzo de 2008

Ausencias (II)

La mención por parte del Cowboy en paro de las garrapatas, en el comentario de un post anterior, ha traído a mi memoria el recuerdo tan querido de la perra cuya foto ilustra esta entrada. Se llamaba Yansy, (creo que mi abuelo, fanático devorador de novelas del Oeste, encontró ese nombre en una de ellas), y murió muy viejecita, cuando ya las niñas que la acarician eran adolescentes: mi pequeña prima Lu y yo misma, la rubita del minipeto...
Mi abuelo, (mi yayo), el padre de mi madre, era ganadero y tenía muchos perros: pastores para el ganado, galgos y podencos para la caza, y a la Yansy, que era su ojito derecho. Cuando yo era muy niña, me contaban, (no recuerdo apenas nada de mi infancia, excepto quizá en los sueños), la perra se sentaba a mi lado y no me dejaba andorrear por mi cuenta... Debo tener otra foto, en algún sitio, en la que estoy sentada en el suelo con la perra al lado.
Hubo, luego, muchos más perros en mi vida, desde el pastor inglés del que apenas tengo memoria hasta Mirinda, una carea que, al retirarse mi abuelo, pasó de pastora a faldera...
¿Que me vas a contar a mí de garrapatas, querido Vaquero? Pues bien, algo nuevo he aprendido, eso de las heladas no lo sabía. Debe ser que en La Mancha ya están curadas de espanto y les dá lo mismo que hiele o que truene... El olor del Zotal en las cuadras me recuerda la lucha sin cuartel contra estos seres dañinos... Pero las muy malditas resistían... Y volvían, como las oscuras golondrinas, todas las primaveras...

2 comentarios:

Fin de los Tiempos dijo...

Estoy seguro de que los animales, sin poseer alma, tienen un lugar especial a nuestro lado en el Cielo

Cowboy en paro dijo...

El calor temprano las hizo salir y tres heladas seguidas de marzo te digo yo que las ha hecho retroceder y o morirse o volver al agujero del que salieron antes de tiempo.

Pero volverán y la batalla va a ser dura, aunque merece la pena pelearse con ellas y con los mismos perros que las albergan involuntariamente, los pobres no quieren ver la supona ni de lejos, a mi siempre me hace gracia ver como corren y se revuelcan por el suelo cuando los fumigo, luego se quedan tranquilos mientras esos inmundos bichos van arrugándose y perdiendo fuerza hasta que se desprenden.