Casi ha terminado el Día de la Madre, que más de un sinsabor a dado a alguno que se olvidó de tal fecha, (lógico, por otra parte, ya que es una de esas festividades móviles, aunque ésta no es de las difíciles, véase si no el Corpus Christi), y yo, que ya he terminado de cumplir mis deberes como hija, pienso en lo de El Corte Inglés y en los que, tal día como hoy, no pueden pasar el día junto a la "autora de sus días", por encontrarse lejos, como mis hermanos; por causa de rencillas familiares, que llevan al distanciamiento; o por el motivo más terrible que me puedo imaginar: la muerte.
Creo haber dicho en alguna ocasión que, en mi caso, he sufrido la pérdida de mi padre, y puedo confesar sin orgullo que lo llevé bastante bien, sobre todo por mi madre, ya que era ella la que más perdía en este caso, al quedarse sola, y me volqué más en consolarla a ella que en mi propio dolor.
No puedo ni imaginar el día en que ella me deje. En realidad, NO QUIERO imaginarlo. Sé, tengo la certeza, de que lo superaré, porque todo en la vida, hasta el mayor dolor, se deja atrás en un momento u otro, pero prefiero hacer como que ignoro que este hecho tiene que producirse algún día y que lo sufriré sin remedio, a no ser que mi propia vida se haya extinguido antes. Y de su terrible peso sobre mí me da cuenta el que tenga más miedo de perderla que de morir yo.
Cuando estos pensamientos se apoderan de mi insomnio suelo presentir que el más eficiente remedio para mitigar ese dolor serían mis propios hijos, de tenerlos. Pienso en los amigos que ya pasaron por este trance, y hago dos listas: los que tienen su propia familia, y los que siguen, como yo, solos. El resultado es que aunque sé que en los dos casos sintieron el mismo amargo dolor, los que tenían hijos lo superaron de otra manera. Su madre, tan importante, ya no era LO MAS importante. Ahora había otra carne de su carne, no más cercana, pero más de ellos.
No sé porqué me he puesto a escribir y me ha salido una entrada tan terrible en un día tan feliz. Quizás porque tengo muy presentes a los que hoy no lo han celebrado, y porque he mirado a mi propia madre y la he visto cansada. Quizá sea el clima, tan cambiante estos días, que hace que se resienta de sus antiguas lesiones. Quizá. He ido a la cabecera y he cambiado el título, que era más luminoso, por éste que parece una etiqueta en un frasco de cicuta. No, este no es un post alegre.
Creo haber dicho en alguna ocasión que, en mi caso, he sufrido la pérdida de mi padre, y puedo confesar sin orgullo que lo llevé bastante bien, sobre todo por mi madre, ya que era ella la que más perdía en este caso, al quedarse sola, y me volqué más en consolarla a ella que en mi propio dolor.
No puedo ni imaginar el día en que ella me deje. En realidad, NO QUIERO imaginarlo. Sé, tengo la certeza, de que lo superaré, porque todo en la vida, hasta el mayor dolor, se deja atrás en un momento u otro, pero prefiero hacer como que ignoro que este hecho tiene que producirse algún día y que lo sufriré sin remedio, a no ser que mi propia vida se haya extinguido antes. Y de su terrible peso sobre mí me da cuenta el que tenga más miedo de perderla que de morir yo.
Cuando estos pensamientos se apoderan de mi insomnio suelo presentir que el más eficiente remedio para mitigar ese dolor serían mis propios hijos, de tenerlos. Pienso en los amigos que ya pasaron por este trance, y hago dos listas: los que tienen su propia familia, y los que siguen, como yo, solos. El resultado es que aunque sé que en los dos casos sintieron el mismo amargo dolor, los que tenían hijos lo superaron de otra manera. Su madre, tan importante, ya no era LO MAS importante. Ahora había otra carne de su carne, no más cercana, pero más de ellos.
No sé porqué me he puesto a escribir y me ha salido una entrada tan terrible en un día tan feliz. Quizás porque tengo muy presentes a los que hoy no lo han celebrado, y porque he mirado a mi propia madre y la he visto cansada. Quizá sea el clima, tan cambiante estos días, que hace que se resienta de sus antiguas lesiones. Quizá. He ido a la cabecera y he cambiado el título, que era más luminoso, por éste que parece una etiqueta en un frasco de cicuta. No, este no es un post alegre.
8 comentarios:
Me ha encantado, Alawen. Yo siento lo mismo, pero mientras estén aquí nuestros seres queridos lo que hay que hacer es saber disfrutar de los pequeños momentos de felicidad que nos da la vida. Al fin y al cabo, nosotros también algún día nos iremos y es posible que alguien también tema que ese día llegue (en el caso contrario, sí que nuestra vida habría sido en vano, porque nadie nos habría querido tanto como para temer echarnos de menos).
Y esto no es para llorar, es para alegrarse, Alawen. Tienes a TU madre. Sólo por eso, este post ya no merecería ser llamado "no alegre"... simplemente un post sobre el amor a alguien a quien realmente quieres. Y siempre se teme perder a quien realmente se quiere.
El problema es que el amor parece que sólo existe desde el punto de vista sexual. Pero esa es sólo una forma de amor. ;)
Un besazo enorme.
Sí, si que lo es. Tienes a tu madre, sólo por eso ya es alegre.
# Nora, en este caso no me preocupaban tanto mis propios sentimientos como los de algunos amigos que están en esas listas. He hablado con una de ellas esta tarde, y hemos guardado las distancias sobre el tema. Y encima, me ha contado que otra amiga ha perdido también a su madre... En fin, que son cosas que pasan o que tienen que pasar, y no deberíamos temer, sino aceptar. Pero como digo, soy muy cobarde en este caso...
# Caco, qué te voy a decir, nada, que también he pensado en tí... Un beso.
Querida Alawen, alegrate de tener a tu madre contigo.
La perdida de los padres es dura.
Yo, perdi a mi padre con 28 años pero Dios quiso darme otro hijo al poco tiempo y lo superé casi sin darme cuenta. A mi madre, ya la he perdido más mayor y te digo que es duro, es más, creo que no se supera,
Eso no quiere decir que no puedas seguir con tu vida normal, piensa en positivo y miralo desde el punto de vista que es ley de vida.
No te agobies por cosas que además nadie sabemos cuando van a ocurrir.
Un abrazo para las dos!
La primera vez que me pongo a mirar este blog. Muy bueno.
Un saludo
Tienes razón, alawen, no es un post alegre. Pero sí sincero, tierno y lleno de sentimientos. Bueno eso me parece a mí.
Besos
Marnie
# Pere, vienes a confirmar mi idea de que los hijos son los que nos permiten superar el dolor por los padres.
No te preocupes, yo no estoy triste ni nada de eso, es, simplemente, que constato un hecho en el que hasta hace un tiempo no había ni siquiera reflexionado. Será síntoma de vejez, supongo... XDDD
# Miguel, muy bienvenido y aquí nos tienes para lo que quieras. Gracias por tu comentario
# Marnie, gracias también a tí por tu visita y por tu comentario. Habitualmente, aquí las cosas son sinceras y llenas de sentimiento y casi siempre más oscuras que brillantes. El próximo intentaré que tenga un poco más de luz...
Ahora que ya estamos solos.... gracias por haberte acordado. Si cuando digo yo lo de la nueva familia ....
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