Me cruzo con ellos bajo la lluvia. Son una pareja joven, les calculo unos veinticinco años, y llevan un perro. Se ve que están enamorados y que viven juntos, todavía en los primeros años de miel de la convivencia. Me pregunto cómo será eso, compartir una casa y un perro, los afanes del día a día, el malhumor, las risas, ver juntos la tele y repasar las facturas. Un día estuve a punto de saberlo: también tenía veinticinco años y había un perro, y sillones oxford, y una chimenea frente a la cama, (algo con lo que nunca estuve de acuerdo). Cuando él hablaba, todo se daba por sentado: nuestro perro, nuestros sillones, nuestra chimenea. Nuestra cama. Su mundo ideal. Y en aquel santuario del Orden quería entronizar a la diosa del Caos...
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