Sí, así es como me siento hoy, como si estuviera viviendo gracias al piloto automático, que me permite moverme de un lado para otro, zombie en mi propia casa, todo ello debido, más que nada, a trasnochar.
Me he quedado dormida mirando mi correo, ha sido algo que no me había pasado nunca, ahora las lentillas me pasarán factura. Ayer fue un día completo, cansador, estupendo y bastante malo, todo ello a ratos. Calor, mucho calor; caminar arriba y abajo, (más hacia arriba que hacia abajo, me temo), comida y cena con amigos y luego... luego...
No me acostumbro. Ya he perdido la capacidad de pasar la noche en blanco, y qué decir de beber. Nada, un vodka con naranja, y gracias. Y eso que en la cena tomé agua. Ya ni recuerdo cuando fue la última vez que me levanté fresca y descansada después de tres horas de sueño. Claro que anoche, o esta madrugada más bien, no me podía dormir.
Ha sido un cambio bonito en mi vida el volver a vestirme para gustar, pensar más en alguien de lo habitual, y que ese alguien esté ahí, y me haya apoyado con sus gestos, sus palabras, sus miradas. Compartir. Eso que ya había olvidado...
Luego, el gato que habita en mi alma se desperezó otra vez y atravesó la noche, oscura y calurosa, hasta perderse en la madrugada. Y hoy se enrosca en un ovillo, sediento de sueño.
No importa lo que tarde en recorrer este camino, ni siquiera importa si es el camino real. Por ahora, no me preocupa nada de eso. Sólo importa que soy yo, yo misma, que soy capaz de dar, todavía, y también de esperar. Y eso es lo que me mantiene.
2 comentarios:
Gran post. Autoafirmación y principios, de los que ya no quedan, felicidades. Besos.
qué reflexión más bonita, me alegro de que te lo hayas pasado bien, y de que nos hayamos visto este finde...
Si la salida nocturna ha merecido la pena, el estar zombie es lo de menos, simplemente una pequeña fase de transición... una coca light te saca del paso... garantizado.
Un besazo.
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