jueves, 13 de diciembre de 2007

La ciudad de plata


Tengo la inmensa suerte de vivir en una ciudad pequeña y llena de riqueza artística, con todos los problemas que eso acarrea, pero que si se ponen en el platillo de la balanza y se pesan con las ventajas, apenas importan.
Aunque no soy natural de Toledo, (mi vida ha transcurrido entre mudanzas de una ciudad a otra), es en este lugar donde he pasado más tiempo, aunque aún espero volver a moverme antes de morir, sobre todo si es a una gran ciudad ruidosa, llena de gente y de stress... Un cambio nunca viene mal, aunque solo sea para rogar como Dorothy por volver a casa.
Cuando se deja de mirar y de admirar, Toledo, sobre todo de noche, en primavera, una vez que desaparecen el tráfico y el turismo, tiene una cualidad mágica... Las luces que iluminan sus calles convierten la piedra en plata, y parece que una camina dentro de un relicario labrado.
En otoño, la niebla suele invadir los estrechos pasadizos, y una puede imaginar que las figuras que se mueven entre ella, apenas entrevistas, son las del cruzado que vuelve victorioso o de la dama velada que se apresura para ir a reunirse con su amante...
Una ciudad sin tiempo, sin medida lógica... Una ciudad de extremos, en la que hieren lo mismo el frio que el calor... Un espejo de plata, en el que se refleja la luna...
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Una estupenda galería de fotos de mi ciudad en Fotos de Toledo

4 comentarios:

Fin de los Tiempos dijo...

Toledo es una de las ciudades más bellas donde he tenido la suerte de estar

Alawen dijo...

Pues ya sabe, Fin de los Tiempos, cuando le apetezca venir otra vez, ya tiene la excusa de visitar a una amiga...

Fin de los Tiempos dijo...

Para visitar a la Serenísima no hacen falta excusas, será un placer

Fin de los Tiempos dijo...

Por cierto, cómo andan de acero toledano por si hay que hacer otra reconquista? Que al paso que vamos, se empieza pidiendo Ceuta y se acaba en Asturias