Sábado por la noche... ¿Sábado por la noche, o madrugada del domingo? En fin, que estoy aquí, con ganas de estar en cualquier otro sitio, y me apetece contar una historia, una historia que es un poco dulce y un poco amarga. Una historia, un cuento, sobre mí.
Voy caminando, casi siempre miro al suelo cuando camino entre la gente, porque no soy demasiado ágil, suelo tropezar con facilidad, y si me es fácil enredarme con mis propios pies, imaginad por un momento lo que es tener que sortear a los que me rodean.
Ciegamente, camino sin pensar en nada en particular, estoy sorda a los sonidos que podrían aturdirme, cuando distingo, entre un ruido de motores que parece colmar el espacio, una voz, su voz, diciendo mi nombre.
No esperaba este encuentro. Me temo que mi mirada y mi gesto ya se han endurecido cuando él me alcanza y repite mi nombre. Y cómo es posible que algo que fue tan placentero, cuando lo pronunciaba en susurros junto a mi oído, cómo algo que no he podido olvidar, como el olor de su cuerpo o el sabor de sus labios, me sea, si no completamente indiferente, sí desdibujado, desteñido, casi aséptico...
Sonrío al levantar los ojos hacia los suyos, consciente de que en los míos no se refleja la sonrisa, y digo una banalidad tras otra, eso que se llama conversación, sobre el tiempo que hacía que no nos veíamos, sobre su madre, sobre la mía, y, sin olvidar los buenos modales, le pregunto por sus niños.
Una vez respondidos los temas de uso cotidiano, pasamos a la batería de preguntas, suyas, por supuesto, porque él siempre ha querido saberlo todo sobre mí. Así que repaso mi insulsa vida laboral en un par de frases, y luego respondo al cuestionario sentimental con un "ahora no estoy saliendo con nadie", que es la respuesta más sincera que puedo dar. Y la más simple. Porque a él no voy a decirle que tengo el corazón hecho pedazos desde hace un tiempo, por culpa de alguien que no tiene la culpa de nada; pero que, poco a poco, lo voy recomponiendo. O que estoy medio enamorada de dos hombres a los que no he visto nunca, pero que me hacen sentir otra vez lo que ya tenía olvidado, lo que me resulta más placentero de una relación: esa ambigüedad en la que no sé si hay algo entre nosotros o son cosas mías, o si lo que siento es el reflejo de lo que él siente por mí...
Ahora me doy cuenta que está tan contento de haberse encontrado conmigo porque apenas he cambiado en estos 12 años. Porque le recuerdo nuestra juventud, porque me dice 'tú siempre estás igual', una mentira dulce de escuchar, porque soy más vieja que entonces, y menos inocente, y a la vez una verdad amarga, porque soy la misma, la misma gata que busca sin saber muy bien lo que busca, el soplo de viento que él me pidió que le dejase encadenar, la misma muchacha inexperta a la que, una noche, le dijo que todo había terminado, que no podía haber nada entre los dos, esperando quizás unas lágrimas que nunca derramé por él.
Mientras me habla, su mano me acaricia el antebrazo izquierdo, más que acariciar casi me pellizca, como si necesitara tocarme para constatar nuestro encuentro. Le prometo, al despedirnos, que otro día que tenga más tiempo y nos volvamos a encontrar tomaremos un café juntos. Y sé que estoy mintiendo al hacer esa promesa, porque él es parte de un pasado que recuerdo con ternura, pero no con nostalgia.
Doy media vuelta, consciente de su mirada al alejarme, y me pierdo entre la gente, otra vez yo, la de ahora, la que me gusta ser, la que él no conoce...
Ahora soy otra. Estoy preparada para afrontar las tormentas.
6 comentarios:
Pero, que romanticona eres, me encantaaa! y también me encanta descubrirte leyéndote, no sólo con los Ängeles, eh????. Esta historia, es la cruda realidad. En el caso que nos ocupa, jeje, estoy segura de que si por él hubiese sido, os habríais vuelto a ver, por qué será, eh?. Los moldes, Alawen, son los moldes, jeje. Por cierto, he robado una imagen de uno de tus post que voy a utilizar en otro mío porque, la verdad, simboliza la conclusión más evidente a la que he llegado en lo que a hombres se refiere pero, tomándoselo a broma, que no hay más vuelta de hoja. Un besiñooo
Nunca podré dejar de ver tus "juguetes",Alawen! atraes como un imán con tus relatos.
Gracias por ello !
Me gusta mucho este relato Alawen y me gusta que la que ahora eres sea una desconocida para él.
Besitos
"Sonrío al levantar los ojos hacia los suyos, consciente de que en los míos no se refleja la sonrisa,", esto es muy bueno Alawen, realmente grande. Estoy con lo que dice la amiga ...bueno, supongo que es mujer.
..la amiga Bettina, quise decir.
Perdón.
Un saludo.
Huy qué interesante. Vamos que aquí voy a aprender cosas sobre tí.
Bonita historia, bien narrada, dejando adivinar más de lo que dices y moviendo a intriga.
Un bs
Luisa
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