lunes, 19 de octubre de 2009

Volviendo a mis orígenes...


Echo la vista atrás, a mi lista de entradas, y veo que, de un tiempo a esta parte estoy más prolífica, será quizás que tengo más ganas de contar cosas o que vamos entrando irremediablemente en el Otoño más desapacible, y con el cambio de tiempo mi alma muda, como un pájaro que vuela hacia el Sur ante los primeros fríos.
También es posible que ya hace bastante, más de un año, que he dejado de hacer experimentos emocionales para centrarme en mi miseria y mi tristeza, dicho esto sin ánimo de buscar consuelo, sino simplemente constatando un hecho. No puedo, no quiero abandonar el estado en el que me encuentro, en el que soy tan feliz siendo tan desgraciada.
Vamos, no es que me dedique a llorar por los rincones; siempre he creído lo que decía mi madre sobre las lágrimas, que derramar unas cuantas es bueno y necesario, pero que pasarse el día llorando lo único que hace es destrozar los ojos, y ¿que haré si no me quedan ni ojos para llorar?

Me recuerdo a mí misma escribiendo casi cada día, en una libreta de muelle, en mi Diario, contando lo que me ocurría, o simplemente lo que se me ocurría. Escribiendo cuentos y versos, explicándome a mí misma los pormenores de mi vida adolescente. Hace tanto tiempo ya, y parece que estuviera al alcance de la mano. El colegio, el instituto, donde tan buenos y tan malos ratos pasé, como todo el mundo, porque la adolescencia es como una posesión diabólica, te sientes diferente de todos y de ti misma, no sabes lo que quieres, o quieres algo que no sabes lo que es. Y nadie puede ayudarte, tienes que despertarte un día y comprobar que todo ha vuelto a su lugar dentro de tu alma.

Pero estoy escribiendo esto, rápidamente, casi sin pensar, porque mi mente está centrada en él. Un fin de semana transcurrido y otra oportunidad perdida para hacer algo; no me gusta la inactividad ni la espera. Pero cuando no se espera, se pierde la esperanza. Si todo quedara claro podría ser estupendo... o un completo desastre... Así que, mientras juego con las expectativas como un gato con un ovillo de lana, envolviéndome en ellas, sigo manteniendo la fe en que lo que somos tendrá un final feliz, bueno, un final no, un principio...
Será que todavía creo en los cuentos de hadas...

1 comentario:

Bettina dijo...

Ostras!querida Alawen....! qué bién escribes,hasta empiezas a tener estilo y todo !